Vino tinto de tacto sedoso y color rojo, como mancha de mora de moral.
A la nariz, quien tenga la suerte- buena o mala- de tener sinestesia, recuerda a notas bajas de
violín aderezadas con un piano.
En boca, a los mismos que sufren de esta unión sensorial, inunda la vista de colores marrones
rojizos con destellos dorados de fondo.
A los que no tienen esta curiosa forma de entenderse con el mundo, ha de saberles y olerles a
vino, con su toque de alcohol, madera y uva. Quizás los de sentidos más afinados logren
encontrar un matiz floral y terroso.
Marinar con una buena noche junto al fuego, a ser posible en buena compañía. Con un Gabriel
García Márquez combina a la perfección
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