domingo, 6 de noviembre de 2016

VAMPIROS MODERNOS

A estas horas los pasillos en penumbra son perturbadores y sus pasos quedan acallados por el constante zumbar de energía estática que llena de desasosiego el lugar. Hoy es una noche tranquila, su próxima víctima es una de las pocas que ha acudido en busca de descanso a sus males. Es sorprendente como al pensar en ellos, aun, le entra una pena apenas adormecía por la deshumanización propia de su gremio. La puerta no rechina al abrirse y unos ojos nublados por el dolor lo miran con el inconfundible temor de quien sabe lo que le espera: él lleva gravado en la frente su sed de sangre. Ella, Sumisa, le tiende el brazo.
-Sólo será un pinchacito- repite, el enfermero, por enésima vez sin que la paciente se dé cuenta de que es un acto de amabilidad mecánico y tan estudiado como la sonrisa.
La enferma muestra, como todos, una nula resistencia  a que le extraigan su líquido vital, sólo con el pretexto de que es por su bien. Llena los tubos y sale del cuarto sin poder borrar de su cabeza la imagen de aquella gota roja que ha rebasado de la vía al extraer el vacutainer.
Le pasa la mitad de los tubos al celador para que los lleve al laboratorio, sin que éste se dé cuenta de que se guarda el resto en el bolsillo del uniforme. Baja al sótano. Detrás de los mortuorios y las salas de autopsias y disepcion, en una esquina olvidada del hospital, abre una puerta a unas anacrónicas escaleras que le llevan  hasta llegar a un subsuelo cavernoso.
-          Traes mi tributo-pregunta una voz atemporal desde la oscuridad.
El enfermero cae de rodillas y extiende las manos mostrando los tubos. De las sombras, emerge una mano amarilleada como un pergamino. Toma los tubos, rozando apenas la mano del enfermero, cuya espalda se estremece. Un sonido de succión llena el lugar. Un suspiro y l silencio
-          Mi señor…- pregunta el enfermero con ansiedad mal disimulada- mi señor…
La mano vuelve a emerger y del anular cae una gota negra que el sanitario se apresura en atrapar entre sus labios antes de que caiga al suelo. Su cara refleja el éxtasis. Una risa invade la sala, a Drácula le gustan sus nuevos proveedores esclavizados.


2 comentarios:

  1. Un texto muy original y muy bien llevado.Me gustó mucho. Revísalo que tiene un par de fallitos gramaticales y de puntuación.

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