Se hizo el silencio, como si el
sonido anterior hubiese copado todo lo que debía oír en su vida. Estallo en sus
oídos, tan antinatural y profundo que empezó a escuchar la misma esencia del
silencio: amortiguado, inmenso y vacío… como estar sin ser y con la urgente necesidad
de acabar con él.
Y daban igual los gritos, los
lloros o el fragor reinante… daba igual la consciencia de que todo lo que
ocurría a su alrededor causaba un ruido ensordecedor, pues tras la explosión todo
era silencio en los oídos rotos de Aisha.
Bien escondido el final. El silencio absoluto tiene algo de desasosegante. ¿Sabes que muchos sordos oyen ruidos?.
ResponderEliminar